sábado, 28 de septiembre de 2013

¿Vale todo en el mundo de la política?


Antes de entrar en materia, me gustaría explicar el motivo del presente artículo. El motivo capital es crear debate político (aunque para algunos este tema se encuentre mas que trillado), pero esta vez se enfocará desde una perspectiva cuyo objetivo principal será la provocación al lector, provocación que se hará mediante la formulación de una serie de cuestiones en las que debatiremos si debe primar lo que se hace mediante un acto políticamente correcto o si por el contrario este debe ceder a una justificación legal realizándose bajo los instrumentos jurídicos oportunos y vigentes en el momento de dicha realización.

También abordaremos el tema que puede recogerse en la siguiente pregunta: ¿Existe el respeto político, entendiéndose como tal el respeto que debe guardarse hacia el “contrincante" o "adversario”? ¿Queda justificado la descalificación o incluso los comentarios insidiosos vertidos contra las siglas de partidos contrarios o la de sus representante?

Cuando vemos lo que acontece no solo a nivel estatal, autonómico o incluso local con tantos dimes y diretes, es normal y comprensible que el ciudadano (en los que me incluyo) termine asqueado de todo lo que concierne al mundo político. Si miramos el título del presente artículo y hacemos esta pregunta al lector, tal y como está el panorama político en la actualidad con total rotundidad diríamos sí; ahora bien, tal y como decía un profesor de la Facultad, no porque se mate, quiere decir que se pueda matar. El hecho de creerse inmune o impune un político en el ejercicio de sus funciones tomando para ello el ejemplo de lo que Nicolás Maquiavello decía en su obra “El Príncipe” sobre aquella cita famosa de “el fin justifica los medios”, no quita que todo tiene sus propios límites.

Si seguimos en esa tarea de interrogar al ciudadano cual mayéutica o mayéusis socrática de cuáles son esos límites, posiblemente conteste que no hay límite ninguno, el respeto hacia el prójimo y concretamente al propio ciudadano se haya perdido, máxime si tenemos en cuenta los numerosos casos de corrupción política que nos abordan diariamente en los informativos y periódicos. Pero, jurídicamente ¿cuáles son esos límites? ¿por el simple hecho de ejercer un cargo público como el ser un concejal puede permitir que un vecino le insulte o incluso le agreda físicamente? En el ejercicio de la política ¿es permisible la ofensa verbal del adversario o incluso el poner en público conocimiento la intimidad del político? ¿Existe vulneración de algún Derecho Fundamental en todos estos caso?

Pues bien, como dijo el forense: “vayamos por partes”. Ante la pregunta de ¿hay algún límite en el ejercicio de la política? Aunque pueda parecer una respuesta un tanto absurda por cuanto en la actualidad nadie pone vayas al campo del respeto en la política y se permite todo, no hay que olvidar ese respeto a los Derechos Fundamentales inherentes a la persona como son el derecho al honor, intimidad, propia imagen e incluso el de integridad física, son derechos que a veces prevalecen de otros como pudiera ser el de expresión o información. Por el hecho de ser político no quiere decirse que dejen de ser personas (aunque si bien es cierto, algunos de humanidad andan “cortitos” y por ende tenga más de eso, un animal que no sea racional que el propio hombre).

Es lamentable ver como en el desarrollo de los plenos que se celebran en los municipios, se pueda llegar a descalificar incluso siembren la duda sobre el adversario o del partido que este represente. Con esas descalificaciones me refiero a comentarios injuriosos y/o calumniosos que se hacen sin fundamento alguno y cuya finalidad única se centra en provocar a quien se los hace. ¿Es punible estas manifestaciones? Por supuesto que sí, todos aquellas manifestaciones que vayan mas allá de la formación de opinión sin fundamento fáctico alguno en los que apoyarse que conlleven el menosprecio a la verdad y por tanto deriven a un descrédito o menosprecio social a la persona perjudicada, cabe protección jurídica frente a ese acto o manifestación verbal. Con lo cual y dicho esto, en principio todo lo que vaya más allá del discurrir diario de un pleno y que por tanto pudiera considerarse como un “atentado” contra el honor, puede ser castigado penalmente como autores de una falta de injurias del artículo 620.2º del Código Penal o incluso reclamarse indemnización por daños morales vía artículo 113 de la misma norma por poner un ejemplo.

Pero si la persona que realiza las declaraciones injuriosas no es un concejal a otro, sino que es un vecino de la localidad; ¿Por el hecho de ser concejal puede esta persona “aguantar” insultos o vejaciones de los vecinos que acuden a un pleno por ejemplo? Rotundamente he de decir no, ejemplo de esto lo encontramos en un incidente que sufrió un compañero de profesión y que además es concejal no adscrito en el ayuntamiento de su municipio, me refiero a mi compañero Francisco Ramón Montanero, el cual en un pleno sufrio un incidente bochornoso a cargo de un vecino que acudió al mismo como publico, de este vecino diremos que era familiar de otro de los concejales. este vecino, mientras el concejal estaba en el uso de la palabra, irrumpió levantándose de entre el publico donde se encontraba y se dirigió a dicho concejal gritándole “¡aquí el único etarra que ha ido a El Priorato ha sido él!”. Pues sobre esta manifestación que para algunos pudiera resultar nimia, el Juez del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Numero Dos de Lora del Río en su sentencia de juicio de faltas 615/2012, le condenó al vecino como autor responsable tanto criminal como civilmente, de una falta de injurias a la pena de 20 días a razón de cuota diaria de 5 euros, así como a indemnizar en la cantidad de 100 euros por los daños morales ocasionados, y al pago de las costas procesales. ¿En qué se fundamentó Su Señoría para declarar tal condena? Para el Juez y dicho de una forma llana para que el lector pueda entenderme, el decir cosas consideradas injuriosas que se puedan considerar que no tenga trascendencia informativa o hecha desde un juicio de valor esto supone un daño injustificado a la dignidad de la persona destinataria, ya que la propia Constitución Española no reconoce el derecho al insulto.

Podemos comprobar que en ese fulgor en el que se pueda entrar en los plenos no solamente entre los propios concejales sino que también entre los vecinos para con los concejales, esto le puede resultar caro ese momento de acaloramiento que se da en algunos de los puntos que se llevan a pleno y que a veces provoca la indignación del vecino que solo ve ante sí la única vía del insulto.

Ya para finalizar os dejo una reflexión personal sobre este tema, la cual me gustaría que también fuese objeto de debate si se considera oportuno por ustedes. Sobre el respeto que ha de guardarse en la política, creo que este debe ser obligatorio. Siempre se dice que cuando una persona entra en el insulto y en el grito exacerbado contra la persona con la cual se encuentra debatiendo un tema, es porque no tiene argumentos para rebatirla, de igual modo digo y perdonadme por la expresión que voy a utilizar; que criticar, critica hasta un tonto, el quid de la crítica no es hacerla sino proponer alternativas desde una perspectiva constructiva, mal empezamos pues si hacemos uso de todas estas medidas erróneas y no proponemos nada. La política no debe convertirse en un circo donde los enanos que entretienen al público sean los propios políticos, la política ha de concebirse en algo más serio donde se traten temas de trascendencia, dejémonos de banalidades y centrémonos en los que los ciudadanos necesitamos.

Me parece lamentable que se haga de un pleno un “Sálvame” político, donde la Belén Esteban de turno sea el político a quien le corresponde la palabra en ese momento. Cuidado, cuando hablo de plenos me refiero a los que se celebran en todos los municipios de toda España, ya que si me pedís mi opinión sobre lo que acontece en Brenes, creo que es inadmisible que desde el uso de la insidia e insulto se haga política por parte de algunos miembros, en política no todo vale por tal de ponernos un galardón al mérito político. Si vas a rebatir a tu adversario hazlo con argumentos y fundamentándote en lo que dices, de lo contrario te podrás ver calentando banquillo y esta vez no en campo de fútbol, creedme.